Publicado: 7 de Mayo de 2025 a las 11:18

Animales silvestres que no pueden volver a su hábitat, se convierten en embajadores de la educación ambiental

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Cuando volar, correr, trepar o nadar ya no es posible, la vida aún puede encontrar un nuevo sentido. En el Sendero de Interpretación Ambiental del Macizo Colombiano ubicado en la finca Marengo de Pitalito, los animales silvestres que no pueden regresar a su hábitat natural por el flagelo que deja el tráfico y la tenencia legal de fauna silvestre, reciben una segunda oportunidad en este lugar para enseñar, conmover y despertar conciencia entre quienes los visitan.

Esta es la historia de un águila real de montaña herida por una ráfaga de perdigones en su ala derecha, incidente que le cambió la vida para siempre. La encontraron en zona rural de Santa María, en el noroccidente del Huila, incapaz de alzar vuelo, por lo que fue rescatada por la Corporación Autónoma Regional del Alto Magdalena-CAM y  trasladada de urgencia a la Fundación Águila de los Andes - FADA en Pereira. Allí, un equipo de especialistas en ortopedia veterinaria y expertos en aves rapaces, la sometió a una intervención quirúrgica para intentar salvar su extremidad.

El diagnóstico fue devastador: los residuos de perdigón alojados en la articulación y las lesiones en el extensor que permite abrir y cerrar las alas, condenaron al águila a una vida sin vuelo. Volar sería imposible, por lo tanto no podría regresar jamás a su hábitat natural y en estas condiciones, la normativa nacional era clara: debía ser eutanasiada.

De acuerdo con la resolución 2064 de 2010, que regula la disposición final de fauna silvestre en Colombia, si un animal no es apto para la liberación, y ningún zoológico, zoocriadero o bioparque puede recibirlo, su destino es la eutanasia.

Sin embargo, en Pitalito sur del Huila, la historia no terminó allí. Gracias al Sendero de Interpretación Ambiental del Macizo Colombiano, el águila encontró una nueva oportunidad: convertirse en un símbolo viviente de resiliencia y educación ambiental

Una segunda vida para enseñar
En este sendero, la fauna silvestre que, de acuerdo con la normativa, debería ser sacrificada, encuentra un hogar seguro donde su existencia tiene un nuevo propósito: enseñar. Aquí, animales con fracturas irreparables, alteraciones comportamentales o secuelas severas que deja el cautiverio, comparten un espacio que promueve la conservación y la educación ambiental.

Nancy Ramírez, veterinaria de la CAM, relata que esta águila se une a un grupo de animales a los que se les brindó una segunda oportunidad de vida. “Comparte su espacio con chigüiros que llegaron en malas condiciones, tortugas con caparazones deteriorados, aves con plumajes mutilados, mamíferos con improntas humanas, erizos de otros continentes, reptiles traídos desde México y Europa, así como animales con alteraciones psiquiátricas severas”, aseguró la profesional de la salud animal, quien explica que las secuelas causadas por el accionar humano son irreparables.

“Los más frecuentes son los problemas físicos y fracturas en extremidades, además de alteraciones psicológicas, comportamentales y nutricionales que impiden que los animales puedan ser devueltos a su medio natural”.

Sobre el caso específico del águila, añadió que luego de estar en recuperación en FADA en Pereira por alrededor de cuatro meses, el ave llegó al Hogar de Paso de la CAM en Pitalito, donde se implementaron todas las medidas de bioseguridad y calidad veterinaria necesarias para su mejoría física y comportamental.

Embajadores de la vida silvestre
El Sendero de Interpretación Ambiental no solo ofrece refugio: también se convierte en un aula viva de educación ambiental.
Luisa Jaramillo, bióloga de la CAM, destacó el impacto de este modelo en los visitantes.

“Hemos evidenciado que cuando las personas tienen un acercamiento directo con esta fauna afectada, su nivel de conciencia ambiental aumenta considerablemente. Muchos se convierten en multiplicadores del mensaje de protección y conservación del medio ambiente”, enfatizó Jaramillo quien habló del papel de estos animales como embajadores.

“A partir de la historia de estos animales, que cuentan con algún tipo de alteración veterinaria o biológica, las personas que visitan el sendero pueden conocer, identificar fácilmente nuestra fauna y entender los impactos de la cacería ilegal, el tráfico de fauna y la destrucción de su hábitat”, expresó la bióloga.

Un mensaje que vuela más allá de las montañas
Carlos Andrés  González, director Territorial Sur de la CAM, resaltó la importancia de historias como la del águila real de montaña.

“Se hicieron todos los esfuerzos para llevarla, transportarla y operarla, pero no se pudo regresar a su hábitat debido a los daños ocasionados por el ser humano. Sin embargo, hoy tiene una oportunidad de vida en nuestro sendero, como embajadora de las águilas del mundo, enviando un mensaje de conservación, de cuidado, y de no hacer daño, especialmente en zonas rurales donde a veces existe conflicto entre estas aves y animales domésticos como gallinas o patos”.

Además, González extendió una invitación a la ciudadanía para que conozcan el sendero y hagan parte de este proceso.

“Contamos con 62 hectáreas de espacio natural en condiciones óptimas, con recintos adecuados y apoyo profesional veterinario y biológico las 24 horas del día. Aquí, le damos una segunda oportunidad a animales que no pueden regresar a la vida salvaje, y ellos, a su vez, nos enseñan el valor de respetar y proteger nuestra biodiversidad” manifestó.