En la finca Las Villas del corregimiento de Bruselas en Pitalito, María Elizabeth Gómez Molina mira su cafetal con la tranquilidad de saber que el proceso de beneficio del café que allí realiza, no contamina la quebrada que pasa aguas abajo de su predio.

María Elizabeth es caficultora “de nacimiento”. Sus padres lo fueron y esa herencia la ha acompañado toda la vida. Llegó a Bruselas hace 20 años, proveniente del departamento de Nariño, y desde hace 12 años se estableció en la vereda Bombonal, donde el café es el sustento de su familia.

“Un día me llamó la extensionista del Comité de Cafeteros y me habló de un proyecto para descontaminar, de unos filtros verdes. Me explicó de qué se trataba y me invitó a participar”, recuerda. A partir de ese día llegaron las capacitaciones, los encuentros con profesionales de la Federación de Cafeteros y de la Corporación Autónoma Regional del Alto Magdalena – CAM.

Ella explica que su compromiso fue “disponer del sitio, adecuarlo, sacrificar unos arbolitos de café y unas matas de plátano. Lo demás ha sido por parte de la CAM y la Federación”, cuenta María quien asegura que el sacrificio vale la pena. “Hoy día nos quejamos del calor y de que ya no hay agua, pero no hacemos nada por cuidar. Estos programas ayudan muchísimo a cuidar el medio ambiente y las aguas”.

Estrategia de economía circular
La historia de María Elizabeth hace parte del proyecto Filtros Verdes, una estrategia de economía circular que se desarrolla en el Huila mediante acuerdos de voluntades entre la CAM, la Federación Nacional de Cafeteros y los productores.

Michael Andrés Falla, profesional de producción sostenible de la CAM, explica que el proyecto se realiza de manera conjunta y ya permitió la construcción de 99 sistemas de filtros verdes en fincas cafeteras. “Estos sistemas contribuyen a la reducción hasta en un 100 % de los vertimientos que se generan en la actividad de beneficio del café”, señala.

Además, relata el profesional de la CAM que el proyecto se enmarca en un acuerdo para la producción y el consumo sostenible con el subsector cafetero, que dio paso a un convenio cercano a los mil millones de pesos para su implementación. “Con este ejercicio promovemos buenas prácticas y evitamos que se siga contaminando las fuentes hídricas”, afirma Falla.

Pilotajes
La tecnología utilizada es un modelo promovido por Cenicafé, probado mediante pilotajes en el departamento. Para su implementación se escogieron fincas entre una y tres hectáreas, procesos de beneficio con cuatro lavados y una topografía adecuada, ya que el sistema funciona por gravedad.

Los filtros verdes se instalaron en municipios estratégicos: Pitalito y Palestina, en el área de influencia del POMCA del río Guarapas; La Plata, en la microcuenca de la quebrada Barbillas; y Garzón, en el área de influencia de la quebrada Garzón.

Cómo funciona el filtro verde
Albeiro Álvarez, analista del Comité de Cafeteros y encargado del tema de poscosecha, explica que se llama “Filtros verdes porque manejan una planta que se encarga de asimilar el agua contaminada, pero después de un tratamiento preliminar”.

El sistema lleva las conocidas aguas mieles hacia un invernadero impermeabilizado, donde se siembra pasto vetiver, una planta seleccionada tras investigaciones de Cenicafé por su alta capacidad de consumo de agua. “Consume alrededor de 24 litros por metro cuadrado”, explica Álvarez.

En cada invernadero se siembran tres esquejes cada 30 centímetros. El objetivo es que la planta asimile las aguas mieles, la evapore y la transpire, evitando que esta llegue al suelo o a las fuentes hídricas. “Así no estamos generando vertimientos ni contaminando el medio ambiente”, agrega.

Pero además el pasto vetiver se convierte en un recurso valioso: sirve para estabilizar taludes, prevenir erosiones y también como alimento para ganado. “Estamos transformando algo contaminante en un valor agregado, eso es bioeconomía circular”, resume Álvarez.

Retos y beneficios para el caficultor
Los filtros verdes también han tenido retos. Las condiciones topográficas, el tipo de suelo y las áreas disponibles han sido los principales desafíos. Además, el sistema requiere paciencia: el pasto debe desarrollar completamente su raíz, lo que puede tardar hasta seis meses, antes de recibir las aguas mieles.

Aun así, los resultados son positivos. “Este es un proyecto piloto que está dando muy buenos resultados”, afirma Michael Falla. Además de reducir el impacto ambiental, los caficultores evitan posibles sanciones por vertimientos y mejoran las condiciones de sus fincas.

“Esto también les permite acceder a sellos ambientales, mejorar el precio del café y seguir posicionando al Huila como primer productor en cantidad y calidad”, concluye Falla.